

Este año nos invita a mirar más allá de lo evidente y dirigir nuestra atención hacia aquellos que más nos necesitan. Las periferias, tanto físicas como emocionales, representan los espacios donde nuestra misión lasallista cobra mayor sentido.
Tener el corazón en las periferias significa abrirnos a la empatía, extender la mano al que está en desventaja, al que sufre en silencio o vive en los márgenes de la sociedad. Nos recuerda que el espíritu de San Juan Bautista de La Salle nos llama a salir de nuestra zona de confort y trabajar activamente por la justicia, la inclusión y la fraternidad.
En 2025, nuestra tarea es comprometernos con los valores que nos identifican: fe, fraternidad y servicio, para convertirnos en agentes de cambio que transformen las realidades adversas en oportunidades de esperanza. Desde las aulas, las familias y la comunidad, debemos crear un entorno donde todos tengan la posibilidad de crecer y alcanzar su máximo potencial, recordando siempre que en las periferias también encontramos a Dios.
Que este lema nos inspire a ser solidarios, a mirar con amor las necesidades del prójimo y a trabajar juntos por un mundo más humano y fraterno.
¡Viva Jesús en nuestros corazones! Por siempre.

